Oí tus pasos por el pasillo, lentos, arrastrando las
zapatillas y las ruedas del andador, así te recordaba del mes de abril cuando
tu 90 cumpleaños. Pero oir esos pasos me extrañó, llevas ocho meses muerto y te
veo venir por el pasillo.
Me dices que estamos en la misma dimensión por eso puedo
verte y oírte. Me tocas con tus dedos transparentes. Todo sigue en su lugar, la
cama, la cómoda con el espejo, las fotos viejas y desteñidas en tu mesita de luz, el anotador y el lapicito que usabas por las noches para que las ideas no
se te volaran.
Y fue un instante nomás, en que me quedé dormido a 120
kilómetros por hora, y que si no fuera por el bocinazo de ese camión enorme y el volantazo,
estaría ahora mismo buscándote en esa otra dimensión.
29-07-2019
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