1/6/09

Benedetti

Collage2

Para ver diapositivas

Había viajado de madrugada en alíscafo desde Buenos Aires a Colonia y en autobús desde allí a Montevideo, para cubrir fotográficamente el plebiscito que había costado mucho conseguir y que intentaba revocar la ley de autoamnistía o de impunidad (llamada oficialmente Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado ).

Era muy temprano por la mañana del domingo 16 de abril de 1989, después de acreditarme como fotógrafo de prensa, me dirigí a los centros de votación. Tuve la suerte de ir a un centro ( creo que era una sede sindical del PIT-CNT) donde se había formado una cola bajo la llovizna de otoño.

Entre los vecinos que acudían a votar, descubrí a Don Mario Benedetti, esperando su turno para ejercer el voto.

En la cola hablaban de diversos temas, tomaban mate de una manera relajada pero expectante, algunos leían, otros fumaban. Don Mario casi pasaba desapercibido. Algunas personas se acercaron para hablarle, o pedirle un autógrafo, que gustosamente brindaba en las papeletas de votación o en cualquier papelito que alguna gente le alcanzaba. Los vecinos lo conocían y el trato era totalmente familiar.

Hice algunas tomas de la cola, y otras de Mario Benedetti, enfundado con su gabardina, tímido, pero relajado. Me acerqué a él y le pedí permiso para fotografiarlo solo. Asintió y entonces le pedí que se descubriera. En ese momento me dijo que una imagen vale más que mil palabras, yo muerto de vergüenza, le dije que por favor, que no, que una imagen de las mías no valía como sus palabras. Quizá esa generosidad, o ese sentirse igual a todo el mundo fuera lo que le impulsó a decirlo. Algo que me mostró de que estaba hecha esta persona.

El plebiscito se perdió y entre la niebla de una mañana yo regresé a Buenos Aires.

Diez años después me acerqué al Teatro Juan Bravo en Segovia, al que Mario Benedetti había concurrido como jurado del premio Jaime Gil de Biedma. No me pude acercar, ya que el protocolo, comprensiblemente, lo había secuestrado.

Entonces, una noche me encerré en el laboratorio, y copié dos de estas fotografías, escribí una nota de agradecimiento, devolviéndole sus imágenes , cerré el sobre y se las envié a una amiga en Montevideo que diligentemente se las entregó.

Sé por ella que una sonrisa se dibujó en su rostro al verlas.

En la prisa de mandarle sus fotos no incluí éstas que hoy aparecen aquí , las de los vecinos y ciudadanos que eran protagonistas junto con él de la vida, de su querida Montevideo , el objeto de sus palabras y sus versos. Quizá cumplo hoy ese mandato de compartirlas con todos ustedes, algo que seguramente Don Mario hubiera hecho.

Juan Carlos Gargiulo, 19 de mayo de 2009.

Este artículo fue publicado en la Revista La Linterna nº 7 (junio 2009)

23/3/09

Bailate un tango Ricardo


Bailate un tango Ricardo

Suena  la radio del 107
Invierno del 79
barba como perro cepillo

noche insomne
el ultimo asiento
chapa del suelo
jeroglíficos de la formica.

avenida gris
cielo gris
barrera en Pampa
El Belgrano rechina en la estación.

Parada en Parque Norte
fondo, de piletas.

Bajate pibe, si vos,
El de la barba y este otro también.

pared ,  puertas , ventanas
Ciegas y sordas
60 metros de la avenida
Piernas abiertas  brazos en alto

Al aire
motorola vomita  voz eléctrica
libros por el suelo
libretita de direcciones

Trofeo
Desde el Falcon
consultas van y vienen
cine del bocho

vida pasa
película muda
cuerpo terremoto
piel témpano

estampita tuya
No esté
Rezo,  aprieto
dientes de asfalto blanco



junto a mi
otro
Cierra  ojos
mentón pegado

comisura de labio
indiferencia  escapa
sálvese quien pueda

Yo a éste no lo conozco


Fundando a fuego
conducta social
futuro

Vos andate


Recojo : libros
libretita
torpe dignidad
por el suelo

No mires atrás y andate


túnel gris de nubes
hilera de autos
perspectiva de faroles
estadio de victoria y oprobio

Automáticos pasos largos
Escalera arriba
Cama deshecha
Libros a la mierda

Preguntándome:

¿De qué estamos hechos?