13/8/07

El amigo

Me esperaba en la puerta de su casa, después de veinticinco años sin vernos.
Esa mañana, mientras en un bar cercano hacía tiempo hasta que se hiciera la hora del encuentro, traté de recomponer mis recuerdos, mirando a través de la ventana del café, hacia el kiosco de diarios de la esquina.
Desde la última vez que nos vimos me pasaron: una dictadura, la carrera, dos matrimonios, hijos y la migración a otro país.
Fuimos cómplices de delitos varios y perseguidores implacables de los mismos rituales.
Muchas veces no podía seguir el ritmo frenético de sus aventuras, que comenzaban al entrar por la boca de un cine, y continuaban con un guión delirante para una película que él dirigiría como un cineasta genial. Yo a su sombra, lo admiraba y trataba de dar forma a sus sueños, inventando mil artilugios, para que sus películas alcanzaran un mínimo de dignidad, pero a las que sabía vivas y auténticas en su origen y realización.
Primitivos juegos con una super 8 sin sonido, a la cual nos ingeniábamos para crearle una banda sonora en un anticuado grabador a cinta. Luego a medida que proyectábamos la película terminada, ésta se cortaba cada dos por tres y se hacía cada vez mas corta al perder fotogramas, entonces el sonido ,que funcionaba aparte, se desincronizaba, generando escenas hilarantes.
Cuando éramos más pibes y llegaba el verano, nos separábamos, cada uno con sus familias partía a los sitios de vacaciones, el a Mar del Plata y yo a las Sierras de Córdoba. Desde los respectivos lugares nos enviábamos postales contándonos las últimas películas vistas y las revistas mejicanas que habíamos leído.
Guardaba en un sobre los programas de las películas para luego cuando nos encontráramos intercambiarlos como figuritas.
Sabía que él aguardaba ese momento con ansiedad, pues con su prodigiosa memoria, se aprendía los títulos, géneros , directores, actores, productores, guionistas, y todo lo que tenía que ver con el film. La afición la extendió luego a los programas de televisión, convirtiéndose en una auténtica enciclopedia del cine y la TV.
En su casa el viejo era también de una memoria impresionante y creo que él sacó de su padre esa aptitud. El viejo recitaba interminables poemas de memoria. En cambio mi fascinación se dirigía a su madre, pintora , dominaba el dibujo y la pintura con un oficio muy especial. Ella en la sombra me parecía toda una artista.
Cuando tenía algún dibujo difícil que realizar en el cuaderno, acudía a ella que me enseñaba los trucos para darle mas naturalidad y realismo a la ilustración. Pasaba muchas horas en su casa, y así fuimos forjando un vínculo. A veces era tan fuerte el impulso de compartir el tiempo y las vivencias, que se hacía difícil la hora de retornar a casa. Existía allí un ambiente de libertad,( para muchos de dejadez ) que entroncaba con mi sentir.

Hacia la adolescencia se instaló el rito de las películas y la posibilidad cierta de realizarlas, paralelamente a la persecución de las chicas que parecían inalcanzables como un largometraje.

La incursión ingenua en los momentos políticos del 73 acompañadas de salidas nocturnas clandestinas para la pegada de carteles, que habíamos confeccionado nosotros, en el reverso de otros carteles políticos, conseguidos en Unidades Básicas o Comités Radicales.

Luego la memoria se hunde en la nube de la desmemoria, una novia, una mudanza, la dictadura, el inicio de la Facultad...


Toco el timbre de la puerta de su casa, y allí está como siempre, como si nos hubiéramos visto ayer.
Me invita a pasar y me ofrece compulsivamente, vino, wisky, algo de picar. Tenemos que ir a buscar los chicos al Colegio, y así recordamos viejos tiempos. ¡¡Después de comer te tengo preparado un programa!!

Pone en el equipo de música unos cassetes y empieza con las adivinanzas: te acordás de que serie era ésta. Yo con cara de póquer sonrío, pero no atino. De la serie “El Fugitivo” y así con otras.
Me muestra la casa y el increíble archivo de películas en video y cintas originales en 16 mm y 35 mm. Unos 5000 títulos.

¿Y los viste todos? Me imagino que te sabés de memoria el reparto y todo eso.

Me mira y sonríe socarronamente.

De repente en una cajita como de bombones, cuadrada, me trae en su carrete, una película super 8.

¿Te acordás? .... Ya no tiene el sonido. No la veo desde aquella época, me dice….

Y mirándolo como cuando éramos pibes le pregunto:

¿Tenés el proyector?


Segovia, 10 de agosto de 2007


Al amigo Alberto Míguez , que le he perdido el rastro nuevamente.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bonito el retrato. Me consuela encontrar gente todavía más "acaparadora" que yo mismo. Tengo en el desván unas 300 cintas en VHS llenándose de polvo, pero esto de las pelis "de verdad" es peor todavía.
Y, hablando de cine, se nos ha ido Bergman. Eso sí, nos ha dejado una herencia de lo más generosa.
Un abrazo,
AT