9/4/07

Giros


Cuando acordamos que yo me iba, me llevé pocas cosas, un poco de ropa, algún libro, y la maceta con el manzano germinado. Total iba a estar a pocas cuadras de tu casa. Y quien sabe a lo mejor me dejabas volver algún día.
Don Luis me recibió en su casa como a un sobrino lejano. La casa estaba encalada por dentro y por fuera, lo que le daba un aspecto de limpieza. Adelante estaba el local vecinal que oficiaba las veces de lugar de reuniones para la gente del barrio, y atrás un patio con una parra y un baño.
Me indicó cual sería mi cuarto, dándome un discurso sobre las reglas de su casa. Me mostró la cazuela para el agua caliente de la ducha que estaba en el patio. Y antes de salir de servicio con el remise, me golpeó la puerta de la habitación, entregándome, envuelto en papel de diario, un 32 largo con 6 balas. Me dijo que la pesada de Herminio andaba apretando a los pibes de Sarandí, que querían pasar una película del Che el próximo sábado y que lo del bufoso era por las dudas. Yo lo desenvolví con cuidado, como un juguete delicado, cargué las balas, durante un rato lo observé girando el tambor una y otra vez, turbado, lo puse sobre la mesita de luz e intenté dormirme con tu recuerdo en mis ojos y los dientes apretados.
La maceta con el manzano se quedó en el umbral de la ventana.
A la mañana partí raudo al laburo, después de la ducha en la regadera y de unos mates con bizcochitos de grasa, que don Luis había traído. Distraido me alargaba un mate lavado, mientras en el teléfono recogía las apuestas del día. De los de Herminio ni noticias.
Al pie del viaducto, el 33 venía cargado y apenas pude meter un pie en el estribo. Pasamos por el Docke y me acordé del día que ingenuamente fui a sacar fotos de un partido en la Isla y a la vuelta me dieron una paliza para robarme la cámara, lo que sentí no fue la máquina, (alguien la necesitaría mas que yo), sino las fotos del partido. En Avellaneda bajó mas gente y pude subir los dos peldaños que me faltaban.
Esa noche cuando volvía del trabajo en la obra, antes de la estación, pasé de largo por la puerta , adentro había una actividad extraordinaria, retrocedí unos pasos y me animé a entrar. Me saliste al encuentro para darme la bienvenida, tenías contigo a un pibe de 3 años de la mano y de una oficina minúscula salían mates recién cebados, charlamos un buen rato y me propusiste que me integrara a trabajar con ustedes, había mucho por hacer, mientras me hablabas, la luz fue llenando nuestros ojos y nuestras manos, la vida entonces me daba un nuevo giro, o quizá era la vuelta de tuerca que faltaba al iniciado unos meses atrás cuando me dijiste que me fuera, que querías a otro y ¡qué boludo! que no te diste cuenta antes.

2 comentarios:

analau dijo...

me llenas de nostalgias de tiempos bellos, esa vidriera, gabriela barriendo, bailando con la escoba, la vida... los giros, y la foto
todo bello
lejano
bello

Veji dijo...

todo un descubirmiento para mi.