En 1992 fui invitado de Cruz Roja, para colaborar en un
programa cultural con los presos de la antigua cárcel de Segovia. Mi trabajo
consistía en dar un taller de fotografía durante 1 hora y media con un grupo de
presos. Lo curioso era que no podíamos utilizar ningún tipo de cámara
fotográfica para el taller, por lo que me las ingenié para hablar de fotografía
sin cámara. Empecé llevando una colección de postales y fotografías en pequeño
formato. Formábamos una rueda de unos 15 a 20 muchachos, a las que yo me
agregaba como uno mas. sobre el suelo esparcía las postales y luego , con mucha
dificultad, intentaba que ellos hablaran sobre esas postales..Era muy difícil
porque esas postales mostraban paisajes que nunca habían visto y que
seguramente no verían jamás.Como no funcionaba, lo intenté infructuosamente con
recortes de revistas y periódicos. Nada,la cerrazón era casi total.
Entonces decidí que lo mejor era que ellos hablaran de su
fotos, de las que conservaban en sus celdas, como quien guarda un tesoro. Cada
reunión era en torno a las fotografías
que cada uno iba trayendo. Así cada uno podía contar su historia, muy
despacio, con cautela se iban abriendo a los demás, mostraban fotos de sus
familias, novias, amigos que daban pie a seguir hablando de las condiciones en
que vivían en ese momento y en la prisión
El trabajo se interrumpió y se malogró por la propia dirección penitenciaria
que adrede incorporó a dos presos de ETA en el grupo, éstos entraron a saco a
boicotear este trabajo de hormiga. En el taller habíamos avanzado hasta el
nivel de conseguir un permiso especial para introducir una cámara cargada con
película y ellos pudieran retratarse los unos a los otros.
Los años han pasado desde 1992, la antigua cárcel ha perdido
su función penitenciaria para ser reciclada como centro de creación cultural.
En el último mes alberga una bien cuidada exposición de
fotografías de la España de los años 50 realizada por el director de cine
Carlos Saura. Aunque sea extraño albergar fotografias en celdas convertidas en
sala de exposiciones, éstas en particular de una vida en una España desconocida
para mi, entre la represión del régimen, el clericalismo y la pobreza de la
posguerra, me pareció adecuado que se mostrasen en éste ámbito propio de esos
años.
Cuenta Carlos Saura que su iniciación a la fotografía fue
muy temprana por imperativo amoroso, a los 9 años hizo una fotografía (su primera
fotografía) de una niña de la que se había enamorado. Decidió mostrarle su amor
y a escondidas le hizo una fotografía. La foto le salió movida y desenfocada,
pero se la envió igual con una carta, que nunca fue respondida. Dice que
aprendió dos cosas: el valor de la fotografía como testimonio y lo frágiles que
son los sentimientos.
La semana pasada asistí a la visita guiada de esta exposición fotográfica. La visita fue guiada por Gael
Zamora, quien nos contó esa historia de Saura para dar comienzo a la misma.
Todo el tiempo mientras observaba las imágenes en las
paredes tenía la sensación de estar asistiendo a la revelación de uno de los
tantos álbumes de familia, de un país que se obstina en olvidar, en dejar su
pasado en las cunetas de la historia. (Patricio Guzmán, cineasta y
documentalista chileno, siempre dice que un país sin documentales sobre su
memoria histórica es como una familia sin álbumes fotográficos).
Ya al finalizar nos muestra la foto que ilustra este parte
del relato. habíamos visto que casi todas las fotografías de la exposición
conservan un punto de vista que está a la altura de las gentes fotografiadas,
dándoles gran cercanía, proximidad y también respeto por esas personas.(A mi me
recordaban la manera de filmar en sus películas).
Pero esta imagen está hecha desde un punto de vista bajo, es
cierto que el sol podría haber oscurecido los ojos de la muchacha que sonríe,
pero en la exposición del fotograma se ve que ha cuidado que la sombra aparezca
clara para que se vean unos ojos transparentes y con cierto brillo que acompaña
la sonrisa.
Tengo la sospecha que Saura se había enamorado de la belleza
de esta mujer labradora, El bajo punto de vista la realza le da prestancia y
muestra su belleza, tiene algo de film épico ruso o incluso japonés de Akira
Kurosawa.
Pero dejando de lado las referencias fílmicas y
fotográficas, ahora pienso en su experiencia, y en su recuerdo de los 9 años,
la foto hecha desde abajo es la mirada de ese
niño que Saura fue alguna vez..
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