19/7/16

Una clase de fotografía

En 1992 fui invitado de Cruz Roja, para colaborar en un programa cultural con los presos de la antigua cárcel de Segovia. Mi trabajo consistía en dar un taller de fotografía durante 1 hora y media con un grupo de presos. Lo curioso era que no podíamos utilizar ningún tipo de cámara fotográfica para el taller, por lo que me las ingenié para hablar de fotografía sin cámara. Empecé llevando una colección de postales y fotografías en pequeño formato. Formábamos una rueda de unos 15 a 20 muchachos, a las que yo me agregaba como uno mas. sobre el suelo esparcía las postales y luego , con mucha dificultad, intentaba que ellos hablaran sobre esas postales..Era muy difícil porque esas postales mostraban paisajes que nunca habían visto y que seguramente no verían jamás.Como no funcionaba, lo intenté infructuosamente con recortes de revistas y periódicos. Nada,la cerrazón era casi total.
Entonces decidí que lo mejor era que ellos hablaran de su fotos, de las que conservaban en sus celdas, como quien guarda un tesoro. Cada reunión era en torno a las fotografías  que cada uno iba trayendo. Así cada uno podía contar su historia, muy despacio, con cautela se iban abriendo a los demás, mostraban fotos de sus familias, novias, amigos que daban pie a seguir hablando de las condiciones en que vivían en ese momento y en la prisión  El trabajo se interrumpió y se malogró por la propia dirección penitenciaria que adrede incorporó a dos presos de ETA en el grupo, éstos entraron a saco a boicotear este trabajo de hormiga. En el taller habíamos avanzado hasta el nivel de conseguir un permiso especial para introducir una cámara cargada con película y ellos pudieran retratarse los unos a los otros.

Los años han pasado desde 1992, la antigua cárcel ha perdido su función penitenciaria para ser reciclada como centro de creación cultural.
En el último mes alberga una bien cuidada exposición de fotografías de la España de los años 50 realizada por el director de cine Carlos Saura. Aunque sea extraño albergar fotografias en celdas convertidas en sala de exposiciones, éstas en particular de una vida en una España desconocida para mi, entre la represión del régimen, el clericalismo y la pobreza de la posguerra, me pareció adecuado que se mostrasen en éste ámbito propio de esos años.


Cuenta Carlos Saura que su iniciación a la fotografía fue muy temprana por imperativo amoroso, a los 9 años hizo una fotografía (su primera fotografía) de una niña de la que se había enamorado. Decidió mostrarle su amor y a escondidas le hizo una fotografía. La foto le salió movida y desenfocada, pero se la envió igual con una carta, que nunca fue respondida. Dice que aprendió dos cosas: el valor de la fotografía como testimonio y lo frágiles que son los sentimientos.


La semana pasada asistí a la visita guiada de esta  exposición fotográfica.  La visita fue guiada por Gael Zamora, quien nos contó esa historia de Saura para dar comienzo a la misma.
Todo el tiempo mientras observaba las imágenes en las paredes tenía la sensación de estar asistiendo a la revelación de uno de los tantos álbumes de familia, de un país que se obstina en olvidar, en dejar su pasado en las cunetas de la historia. (Patricio Guzmán, cineasta y documentalista chileno, siempre dice que un país sin documentales sobre su memoria histórica es como una familia sin álbumes fotográficos).
Ya al finalizar nos muestra la foto que ilustra este parte del relato. habíamos visto que casi todas las fotografías de la exposición conservan un punto de vista que está a la altura de las gentes fotografiadas, dándoles gran cercanía, proximidad y también respeto por esas personas.(A mi me recordaban la manera de filmar en sus películas).
Pero esta imagen está hecha desde un punto de vista bajo, es cierto que el sol podría haber oscurecido los ojos de la muchacha que sonríe, pero en la exposición del fotograma se ve que ha cuidado que la sombra aparezca clara para que se vean unos ojos transparentes y con cierto brillo que acompaña la sonrisa.
Tengo la sospecha que Saura se había enamorado de la belleza de esta mujer labradora, El bajo punto de vista la realza le da prestancia y muestra su belleza, tiene algo de film épico ruso o incluso japonés de Akira Kurosawa.


Pero dejando de lado las referencias fílmicas y fotográficas, ahora pienso en su experiencia, y en su recuerdo de los 9 años, la foto hecha desde abajo es la mirada de ese  niño que Saura fue alguna vez..

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