18/5/13

….y se murió nomás (no – más)

 

Arbole 02

 

 

Ayer me llegó la noticia de su muerte.

Una sensación extraña me recorrió, como si algo más muriera con él. No me puedo alegrar de su muerte, aunque entiendo que sea la alegría la que surge en muchísima gente, incluso entre mis amigos y familiares.

Y no me alegro porque eso que se muere con él es la identidad, si la identidad de mucha gente que bajo su mando, entró en la categoría siniestra de desaparecidos, porque fue él el que les dio esa identidad nombrándolos así, escondiendo los crímenes en esa denominación. Pero también se muere con él la identidad de mucha otra gente viva , que no conoce su origen. Dificultando una vez más la posibilidad que los familiares recuperen algo de sus seres queridos desaparecidos. Pero también nuestra identidad fue robada,  nuestra identidad clandestina, rebelde, resistente.

Y no me alegro porque él contribuyó junto a los otros poderes del país a anestesiar por largo tiempo a la ciudadanía argentina, por el terror sutil, apoyado en el autoritarismo ancestral que ya estaba enraizado en la gente. Porque desestructuró, destejió las tramas del pueblo.

El miedo

                                            Los exilios

                     Las rupturas

                                                                   El desarraigo

             La des-identidad

                                                Los silencios

          Los secretos

                                   La despersonalización

Por algo será…

Sin que todo esto  haya sido  reparado, restañado, recuperado.        Y no me puedo alegrar porque el sistema de dominación que lo engendró sigue generando dolor y destrucción en el mundo.

Sólo me puedo alegrar , que en un país con una democracia maltrecha, pero mucho más cercana a la gente, una lucecita de justicia se ha encendido, con la lucha continuada y tenaz de los organismos de Derechos Humanos, se ha abierto nuevamente la esperanza , ya no sólo de justicia sino de retomar la vida perdida.

Ojalá mueran con él el autoritarismo, la complicidad de los poderes económicos, de la Iglesia, y de gran parte de la sociedad, que ante su propio miedo a la vida, a lo desconocido, siempre reclamó mano dura para con los que nos atrevemos a vivir plenamente, y entregarnos de corazón a construir algo mejor para todos.

 

 

Juan C.Gargiulo

Basardilla, Segovia, España, 18 de mayo de 2013

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