10/7/07

Nieve en Buenos Aires


La niebla de la mañana , ayer, cubría todo el campo con sus gotitas finas. Estamos en julio y no parece verano.

Al desayuno, los primeros pasos del nene nos entretienen mas que de costumbre. Salimos cada uno en su coche rumbo a los respectivos trabajos.

La rutina se instala lentamente a lo largo del día.

Los albañiles, en la obra encienden un fuego para calentarse. Revisamos puntillosamente el replanteo, la distribución de las conducciones de agua, las probetas del hormigón, y la seguridad : nadie lleva casco excepto cuando llega el arquitecto.

El jefe fuma un pucho detrás de otro, mientras ordena a los “bolitas” asegurar el andamio. En la tercera planta un viejo obrero asturiano, conversa con un marroquí , hablan de la vida , de la soledad, del conformismo que se instala frente a la tele, el partidito del domingo, mientras recibe los ladrillos que le alcanza el morito.

Hay que pedir los certificados, le sugiero al capataz, hacelo con tiempo, porque después los controles se nos vienen encima.

La niebla sigue bajando y parece que no se quiere ir. Las luces de la maquinaria nos indican con su parapadeo que están en movimiento; es difícil percibir la distancia y su cadencia de elefante.

Subo por las escaleras recién peldañeadas, hasta la planta cuarta. Una ráfaga de viento helado me trae la conversación del tercero, junto con el humo del bidón de la planta baja.

Trato de recuperar el aliento despues de subir tanto peldaño . Un grajo vuela bajo . Y mientras me seco el sudor de la frente, allí a través del hueco de la ventana , como un cuadro colgado en la pared, la blanca extensión de la Plaza de Mayo.

1 comentario:

Alfredo Moles dijo...

Dice un viejo refrán castellano:
"Cuando el grajo vuela bajo,viene un frio del carajo"
Que te terminen la casa pronto,yo se lo que es "sufrir"una obra.