28/2/07

Alma de Limonero


A finales del invierno de 1990, luego de haber disfrutado de unas milanesas con limón, una semillita se quedó en mi plato. Cuando recogía la mesa , esta brillaba todavía con el juguito y el aceite por la gracia de la luz de la ventana.
Me habían regalado un corazón de palta, germinada, que con cuatro escarbadientes se escaqueaba de estar sumergida en el frasco, una hendidura la partía en dos hemisferios y unas urgentes raíces enfilaban hacia el agua mientras tímidas hojitas tanteaban la luz. A su lado una calabaza con tierra albergaba mi primer cactus. Me decidí y puse en un frasco vacío , un poco de algodón , un recorte de periódico y la semillita de limón , como cuando éramos chicos y germinábamos los porotos para el colegio. Total, me dije, no pierdo nada.

Los días pasaron , el aguacate tiraba para el cielo y el agua, el cactus empezaba a serpentear y milagrosamente: de entre la cascarita sedosa salía un brote de limonero.

Al mes lo pude trasplantar. Soñaba con las flores de azahar y los limoncitos verdes como cuando pibe en el jardín de casa se llenaba el limonero de flores y de mariposas gigantes que en realidad eran polillas monstruosas; o en una etapa anterior de bichos canastos. Las gatas peludas también jugaban a la montaña rusa por entre las ramas tortuosas del limonero.

Al principio este limonero tiró fuerte para arriba, creó un tronquito y le salieron unas hojas verdes , olorosas, presagiando lo que quería ser, claro ya la primavera se acercaba y dentro de casa el sol de la mañana le cargaba las pilas y la clorofila y dale que dale dando hojas y creciendo.
Pasó el verano y tuvo su primera plaga, cochinilla roja. Pacientemente fui quitando las hojas malas y curando las heridas con una mezcla de agua y tabaco macerado.
El otoño se plantó de pronto, allá por octubre y las primeras heladas se ensañaron con el. Volvió para adentro a pasar el invierno. Recuperó sus hojas y volvió a brillar de verdor. Pero nunca dio una flor.

Ahora 15 años después tiene 1,5 m de altura y no ha crecido mas, da sus hojas verdes, algunas ramas nuevas, pero nunca una flor. No es su clima, ni su lugar.

El verano pasado casi muere de calor y asfixia en esta Castilla, premonitoria del desierto que será España. Un regador automático falló en su trayectoria y durante el mes mas caluroso del verano el agua sólo caía a los pies de la maceta pero no dentro. Todas sus hojas secas, pero el tallo vivo . La paciencia y el amor hicieron que después de varios meses recuperara su esplendor.
Este limonero tiene todavía de compañero al viejo aguacate, que tampoco ha podido adaptarse a este clima , sufre su soledad manteniendo unas pocas hojas y en su tallo junto a la tierra que cobija sus raíces: todavía persisten esos dos hemisferios de donde nació, convertidos en cáscaras leñosas. El cactus mudó de maceta, terminó su serpenteo por el jardín, pero las meadas de los gatos y una helada de diciembre acabaron con el, murió morado y arrugado como un viejito.

A veces cuando estoy un poco bajoneado, miro al limonero, le acaricio las hojas y siento que me habla, que nuestras almas se hermanan al igual que nuestros destinos en esta, la otra tierra.





Juan C. Gargiulo, primavera 2005


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Han pasado 2 años de este relato , y mucha agua corrió bajo el puente. Ya no vivo en esa casa, el amor se ha mudado conmigo y ha remodelado mi vida. Tengo nuevas flores y retoños. Pero el sigue junto a mi, sin cambiar de actitud ( su naturaleza no se lo permite) le he encontrado un rinconcito guarecido en la casa del pueblo. Ha aguantado este invierno envuelto en plástico, y el domingo pasado le quité el abrigo ,porque los pajaros vuelven y la primavera también, estaba con sus hojas arrugadas y medio secas. Quizá su sacrificio no sea en vano y su savia haya alimentado la alegría de mi alma.

20/2/07

¿A donde van los secretos?


Hoy lo he visto, han cambiado el escaparate de la tienda , en la Calle Real. Ya no está, quitaron ese modelo que tanto te llamaba la atención.

¿Cuántas tardes hemos pasado delante de él?
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El itinerario, a tus cuatro años era siempre el mismo, subíamos por La Canaleja y la primera parada en la juguetería La Infantil, tus ojos recorrían una y otra vez los monstruos, los coches y los artilugios allí expuestos. Luego llegábamos a San Martín y dos temas en aceras opuestas te reclamaban, las Sirenas de la escalinata y la entrada al cine Zuloaga( hoy reemplazado por una cadena de comida rápida). A veces entrábamos en la Biblioteca a buscar alguna peli o algún libro para la noche pero tu tironeabas de la manga de mi abrigo al llegar al kiosco de las chuches.
Luego camino a la Plaza Mayor no dejabas de pulsar el botoncito de ese llavero que sonaba a pajaritos, y que estuvo años en los exhibidores de Los Leones, creo que lo retiraron porque se le agotó la pila.

Y cuando la Plaza ya se estaba abriendo a pocos pasos, allí estaba, misterioso , lo mirabas intrigado , hasta que por fin un día te decidiste, y con un suave tironcito mirándome a los ojos me dijiste: - Papá , ¿A dónde van los secretos?

17/2/07

Veselina



Como todos los jueves Veselina , puntualmente, vino a limpiar la oficina.
Mientras nosotros trabajábamos en el proyecto de rehabilitar una casa de la Judería de Segovia, ella despacito fue sacando las cosas de la limpieza, el aspirador, los trapos de limpiar, el cubo de la fregona.
Afuera la primavera ya había avanzado lo suficiente, y la pancita de Cris nos hacía soñar con Pablito para comienzos del verano.

Afanosamente, Veselina sacudía alfombras, lavaba cacharros en la cocina, hacía sonar el motor del aspirador. Cada dos por tres su mirada se posaba en un paquetito que había traído y que dejó junto a su cartera y su chaqueta, ahí al lado , en la habitación donde preparamos la cuna del bebé y donde Horacio desde el atalaya de su cama remolonea las mañanas que está con nosotros.

Cuando paramos para el té de las once, charlamos un rato de bueyes perdidos. Veselina se acerca con la emoción en el rostro, tiene ya 50 años , ha sido abuela 2 veces y ha emigrado desde Bulgaria a España hace ya un tiempo . En sus manos el paquetito que atesora como lo mas preciado del mundo. Con su impulso arrebatado desempaqueta una pila de fotos, y allí con el sol de la ventana, nos muestra primero esas fotos de sus nietos, las de sus hijos, las de su marido y al final de todo las mas antiguas, las que corresponden a su juventud, las de su casa, sus padres, sus hermanos, sus amigas, las de su tierra dejada. Entre lagrimas y sonrisas va nombrando todo lo que estructura su memoria, en su lengua natal, esa que nos sale cuando nuestra emoción está en un hilo...

Quedamos en que un día me gustaría grabar en mi cámara todo esto que acaba de suceder, pero en realidad sé que este momento no volverá.
Veselina nos regaló ese instante mágico en que las personas, muy de vez en cuando, mostramos de qué estamos hechos.

16/2/07

"La Barricata"


Como decía, estuvimos cuatro días en el sur, en un pueblo llamado Ayamonte, en la desembocadura del río Guadiana, limítrofe con Portugal. Fuimos a la casa de unos amigos, que tiene vista al río. Es curioso el lugar, ya he estado otras veces y siempre me maravillaPor un lado el pueblo está volcado a la desembocadura del río , que forma marismas antes de llegar al océano Atlántico, pero por otro lado , atravesando las marismas se llega a unas playas extensas y anchas, lamantablemente con edificación de vacaciones ,que avanza inexorablemente a la destrucción del paisaje natural y la vida que alberga. ( son estas cosas que me ponen al margen de la profesión de arquitecto).
Paseamos por el pueblo, comimos pescado y marisco, bebimos buen vino. Nos dejamos acariciar por el viento de invierno para refugiarnos con un café caliente acunados por el sol de mediodía.
Ya la tarde ultima,de despedida, nos acercamos a un bar-restaurante que se llama "la Barricata", curiosamente su dueño es un italiano de mi edad, vestido con jersei negro, y gorra con visera a cuadritos. Estaba subido a una escalera acomodando cajas de botellas de limoncello, mientras nosotros nos sentamos en una mesa en el rincón de las fotos. Las fotos en blanco y negro, de distintas epocas, mostraban siempre la misma calle, la mas grande en el centro, una barricada montada con carros, muebles y enseres taponaba el cauce de la calle. Otra mostraba personajes disfrazados de marinero y de mujer, una curiosa de Marcello Mastroianni, ya anciano ,con unos niños.Una perspectiva matinal, brumosa con un gato cruzando, otra con unas bicicletas, una tienda de trastos o antigüedades con dos personajes gordos de guardapolvo gris y gorra miran a la cámara. una foto mas descuidada con cuatro mujeres armadas con fusiles y metralletas desafiaban al objetivo.
Mientras observaba las fotografías escuchaba su voz como si fuera de un timbre y una cadencia conocidas, ¿estaba escuchando a un argentino hablar con el camarero?
Por dos veces me acerqué a la barra para interrogar al dueño pero no me atreví a interrumpirlo en su tarea de acomodar cajas subido a una escalera. Por fin , cuando nos íbamos, tuve la oportunidad de conversar con el. Lo tomé suavemente del brazo y lo guié ante las fotos expuestas, allí , por un instante, desató toda esa magia comunicativa de "los tanos". Me contó que el había nacido en Parma y que esa foto principal era de 1922 de la barricada que los habitantes de Parma habían hecho contra la Marcha sobre Roma que organizó Mussolini. Las mujeres desafiantes eran partisanas el dia de la liberación en 1945, también en Parma. Que marcello Mastroianni había estado comiendo en el restaurante de su "mamma" y que luego accedió a hacerse una foto con su hijo ( de 12 años como Horacio) y sus sobrinas, en el sitio donde pasa el gato en esa otra de la bruma matinal. Que los personajes disfrazados eran personas muy queridas por el ,que le habían enseñado cosas en
la vida, y que una foto mas anecdótica con un primer plano de un fiat 1500 , que muestra la fachada de un bar, es el de su madre, que tiene un restaurante que también se llama La barricatta, y se llama así porque en esa calle sucedió ese evento histórico de enfrentar la marcha sobre Roma. pero también gracias a un anarquista que estuvo ocho años preso por un atentado que no cometió y que rescató del olvido el hecho histórico, la foto y el nombre que puso al restaurante, que años mas tarde compro su madre. Todas las fotos son de la misma calle, donde Marco ( así se llama este personaje Parmesano) vivió su infancia y juventud, luego concoció a una española y decidió emigrar a España, pero eso, me dijo es otra historia.